Los Trastornos del desarrollo, antes denominados Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia, generalmente se mantienen en la edad adulta. Por las exigencias del mundo en el que vivimos y el mayor acceso a la información y al conocimiento, en la actualidad suelen diagnosticarse cuando son niños o, en los casos más leves, en adolescentes, cuando aumentan las exigencias y se ponen más de relieve; pero hace unos años, el porcentaje de afectados era el mismo pero se diagnosticaba mucho menos, por lo que hay personas que ya en su adultez presentan dificultades en sus capacidades cognitivas que afectan a diferentes contextos de su vida: académico, laboral, social, familiar, etc., y la falta de diagnóstico o reconocimiento aumenta las consecuencias.
Algunas personas comienzan a ser más conscientes cuando acumulan fracasos (ya sea a nivel académico o laboral) a pesar de tener una inteligencia dentro del promedio o superior, otras cuando aumentan sus responsabilidades y, en muchos casos, cuando sus hijos son evaluados y diagnosticados y ven que ellos tuvieron dificultades similares que siguen presentes.
Dos de los trastornos posiblemente menos diagnosticados hace años eran los trastornos del aprendizaje de la lectura/escritura (comúnmente denominada dislexia) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH, sobre todo cuando predomina la inatención).